La autosugestión, también conocida como autohipnosis, es una técnica psicológica desarrollada a principios del siglo XX por Emile Coué. Podemos decir que con la autosugestión un individuo puede guiar sus pensamientos, sentimientos o comportamientos.
Se identificó en su momento dos tipos de autosugestión. Una de ellas es la que se lleva a cabo de forma espontánea, sin esfuerzo consciente y otra la que podemos llevar a cabo de forma reflexiva, haciendo un esfuerzo consciente y deliberado.
Coué creía que toda creencia que ocupase la mente terminaría por volverse real, siempre que dicha idea estuviera dentro de las posibilidades reales. Por ejemplo, una persona que hubiera perdido sus manos no las haría crecer de nuevo, pero si una persona con asma cree firmemente que su asma va a desaparecer, eventualmente lo hará si su cuerpo está en condiciones de controlarla. De igual forma, cuando se trata de pensamientos negativos, enfermará si cree firmemente que está enferma. Cuando alguien dice “me siento mal”, tanto su mente como su cuerpo se predisponen a aceptar este pensamiento y hacerlo realidad.
En 1920 publica su primer libro sobre el tema “El dominio de sí mismo”, primero en Inglaterra y dos años después en Estados Unidos. En él describe así la autosugestión:
«En efecto, la autosugestión es un instrumento que poseemos al nacer, y este instrumento o, mejor esta fuerza, está dotada de una inaudita e incalculable potencia, tal que, según las circunstancias, produce los mejores o los peores efectos. El conocer sobre esta fuerza no sólo es útil para cada uno de nosotros en general, sino y en particular, es indispensable para los médicos, los magistrados, los abogados, los educadores de jóvenes, los padres de familia, etc. Cuando se la pone en práctica de manera consciente, se evita, en principio, provocar en los otros autosugestiones que, por nocivas, pueden traer por consecuencia desastres. Y por otra parte, puede con el uso consciente de la misma, provocar bienes que traigan la salud física a los enfermos, la salud moral a los neuróticos (víctimas inconscientes de autosugestiones anteriores), y sobre todo a personas que tienen tendencia a mezclarse con lo desagradable.»
Aunque Coué nunca dudó de la medicina alopática (él mismo era farmacéutico), si creía que el estado de la mente puede afectar a una persona e incluso potenciar la acción de los medicamento. Observó que quienes utilizan sugestiones autoconscientes todos los días y en cada acción se sentían mejor. Había que reemplazar en los pacientes cualquier pensamiento de estar enfermo por el de estar sano, lo que potenciaría el efecto de los medicamentos.
Posteriormente a Coué, Martin. E. P. Seligman también había observado que en cuanto a los trastornos psíquicos, por muy eficiente que sea una técnica, nunca superaría el 65% de eficacia Así que podemos decir que sólo un 25% de la mejora de un paciente es consecuencia del principio activo del medicamento o consecuencia de la terapia.
Cuando hablamos de autosugestión, hemos de tener en cuenta que hay dos tipos: la involuntaria y la voluntaria.
La autosugestión involuntaria se da, por ejemplo, en el efecto placebo, del que hablaremos en otro artículo, en el nocebo (cuando alguien se cree víctima del mal de ojo o de la mala suerte, por ejemplo), o en el caso del efecto Pigmalión, cuando las expectativas de otros sobre nuestras capacidades nos influyen.
Sin embargo es poco conocida y utilizada la autosugestión voluntaria, y es una herramienta muy poderosa para realizar cambios en nuestra vida. Reeducar nuestro diálogo interior por medio de la autosugestión puede tener efectos en todos los aspectos de nuestra vida. Pero, para que sea efectiva, y en el menor lapso de tiempo posible, debemos llevarla a cabo siguiendo unas reglas muy concretas.
REGLA I: LOS GUIONES DEBEN SER POSITIVOS
Guión inadecuado: no voy a ser pesimista en cuanto a las capacidades de mis hijos.
Guión adecuado: mis hijos son personas maravillosas y capaces de realizar todo cuanto se propongan.
REGLA II: DEBEMOS USAR EL TIEMPO PRESENTE
Guión inadecuado: no les volveré a gritar a mis hijos
Guión adecuado: me comunico con mis hijos con respeto y en un volumen moderado.
REGLA III: DEBEMOS SER ESPECIFICOS
Guión inadecuado: Voy a jugar más con mis hijos.
Guión adecuado: cada tarde dedico media hora a sentarme con mis hijos después de recogerlos de la escuela.
REGLA IV: ES PREFERIBLE HABLAR DE ACCIONES QUE DE HABILIDADES
Guión inadecuado: soy buena madre.
Guión adecuado: cada domingo tenemos un rato en familia para hablar de lo que nos preocupa de la próxima semana y compartimos nuestras alegrías y temores.
REGLA V: NO EXPRESEMOS VOLUNTAD, EVITEMOS EXPRESIONES COMO «QUIERO» “DEBO” O “TENGO QUE”.
Guion inadecuado: quiero tener éxito en la relación con mi hija adolescente.
Guion adecuado: tengo una relación de confianza y amor con mi hija adolescente.
REGLA VI: DEBEMOS SER REITERATIVOS
Se recomienda repetir de forma mecánica la formula que queremos grabar en nuestra mente. La repetición periódica es indispensable.
REGLA VII: TIMING DE LAS SESIONES DE AUTOSUGESTION
La recomendación mínima es hacer dos sesiones diarias de al menos 10 minutos de duración cada una de ellas, la regularidad y la repetición no son opcionales. La sesión más importante será la nocturna, sobretodo porque antes de dormirnos el factor crítico baja la guardia y durante el sueño el inconsciente va elaborando la idea que se le ha instaurado.
En PNC (Programación Neuro Caligráfica) se ha podido demostrar que escribir las afirmaciones a mano en los cuadernos de entrenamiento y escucharlas justo antes de dormir (haciendo una grabación en el teléfono móvil, por ejemplo, y escuchándola repetidas veces hasta quedarnos dormidos) es más eficaz que únicamente repetirlas en voz alta como recomendaba Emile Coué. En este sentido es mejor utilizar frases cortas para trabajarlas.
Como hemos visto hasta ahora, la autosugestión es una herramienta imprescindible para la PNC, ya que actúa sobre la estructura psíquica de la persona mediante la modificación de su comunicación interna.