La excelencia es un arte ganado a base de entrenamiento y hábito. No actuamos correctamente porque tengamos excelentes virtudes, sino que somos virtuosos porque actuamos correctamente. Somos lo que hacemos repetitivamente. La excelencia entonces, no es un suceso sino un hábito.
Aristóteles, 384-322 a.c., filósofo y científico griego.
Vimos en un artículo anterior la importancia de nuestra firma : “¿Qué dice tu firma de ti?”
Ahora vamos a ver algunos detalles que no se mencionaron entonces y cómo deberíamos firmar para vivir mejor.
En primer lugar, y tal y como expone el Dr. Quim Valls en varios de sus libros, deberíamos escribir nuestro nombre y apellido con todas sus letras, completos, en línea recta o mejor aún, un poco ascendente. De esta forma, utilizando en todos nuestros escritos una ligera inclinación hacia arriba nos estamos inyectando optimismo. Es muy significativo cómo se ve una inclinación descendente en personas con tendencia a la depresión y en algunos casos muy graves, al suicidio. Los escritos de Napoleón Bonaparte, o Adolf Hitler, a medida que empeoraba su situación son dos de los ejemplos públicos más conocidos.
En la siguiente imagen podemos ver, por ejemplo, la evolución de las firmas de Hitler, donde se ve claramente la dirección descendente de las líneas. En la segunda firma, con 19 años, ya se observa el descenso final del apellido y es a partir de los 40 años y hasta su suicidio con 56 cuando descienden casi hasta alcanzar la verticalidad las dos palabras que forman su firma. Este descenso indica un estado de ánimo pesimista y depresivo.
De forma que ya tenemos los dos primeros rasgos que ha de tener nuestra firma:
* Firma con tu nombre y apellido (o apellidos) completos, con letra legible.
* Utiliza una dirección recta o ligeramente ascendente. Demasiado ascendente te sobreexcita.
Después hay un montón de detalles, en diferentes letras, que podemos ir analizando poco a poco y trabajando. Por ejemplo, el punto de la i: tenemos que hacerlo sobre la letra pero un poquito hacia la derecha. O la letra T minúscula, que tiene que escribirse de forma que el trazo horizontal cruce el vertical justamente en la mitad, con la misma longitud. De esta forma estaremos igualando nuestros quiero (vertical) con nuestros puedo (horizontal). Como no tendremos todos las mismas letras en nuestra firma, lógicamente, empezaremos por lo más significativo y ya iremos evolucionando poco a poco.
¿Pero cambiar la firma no es algo muy complicado? pues podría parecerlo en un primer momento, a mi me lo pareció cuando empecé a estudiar este tema. Son muchos años, incluso décadas, firmando de la misma forma. Pero se trata de constancia, como en casi todo. El ejercicio que nos propone el Dr. Quim Valls consiste en practicar nuestra nueva firma durante 28 días, repitiéndola como mínimo 10 veces cada día en un folio en blanco sin pautar.
El cerebro es fabuloso, el cerebro tiene una plasticidad asombrosa. Fuerza cualquier hábito durante un mínimo de 21 días y le estarás marcando un camino por el que no sólo irá, sino que disfrutará haciéndolo.
Aristóteles conocía ésto y dijo: “La excelencia es un hábito”.
Haz este cambio, que parece muy pequeño, y comprueba por ti mismo el poder de la plasticidad cerebral.
Me ha sorprendido el tema de la firma.
La mia es ascendente con fuerza y lleva mi nombre mi identidad me identifico con ella me da fuerza y me gusta sencilla pero fuerte. Escribo y firmo con Pili pero no me gusta Pilar…no tiene nada que ver conmigo si pero no…los documentos publicos contratos dni pone el oficial. Pero yo soy esencia Pili simple asi!!