Que ser optimista es importante lo estuvimos viendo hace un tiempo. Y también hemos visto que el optimismo, como fortaleza de nuestro carácter, puede entrenarse de varias maneras. Personalmente considero el optimismo tan importante que el primer curso que quiero lanzar tiene que ver con él, y el segundo será cómo conseguir que nuestros hijos crezcan en optimismo.
Mientras tanto, quiero compartir con vosotros varias cosas, un libro, dos películas y siete ejercicios.
El libro es “Aprenda Optimismo” de Martin P. Selligman, el padre de la psicología positiva y el libro que será uno de los que utilizaremos en el curso como base teórica.
La película, aunque curiosamente es triste, nos enseña mucho sobre cómo podemos actuar en nuestra zona de influencia cuando las cosas se ponen tan difíciles que son o parecen insalvables. Es “La vida es bella” de Roberto Benigni. Quizás ya la has visto, pero ahora puedes revisarla con otros ojos. Otra película preciosa sobre como el optimismo puede ayudarnos en situaciones difíciles es “En busca de la Felicidad”, protagonizada por Will Smith y su propio hijo.
Y ahora, siete ejercicios que puedes hacer para mejorar tu optimismo que he extraído de The Happiness Advantage (La Felicidad como Ventaja) de Shawn Achor. Todos podemos entrenar nuestro cerebro para ver las cosas con una lente optimista. Según Achor la felicidad no es una consecuencia, sino que en muchas ocasiones es una causa. No conseguimos nuestros objetivos para ser felices, somos felices y por ello logramos nuestros objetivos. Nuestro mundo exterior, prosigue Achor, sólo puede predecir el 10% de nuestra felicidad a largo plazo.
Según sus investigaciones realizadas en más de 45 países, el optimismo, la resiliencia y el apoyo social que reciben las personas determina hasta el 75% de su éxito, y no tanto su cociente intelectual.
«El cerebro positivo es 31% más productivo que si está negativo, neutro o bajo presión. Trabajamos 37% mejor en ventas. Los doctores son 19% más rápidos, más precisos y más correctos en sus diagnósticos, si están positivos, que si están negativos, neutros o presionados. Lo cual indica que se puede invertir la fórmula. Si encontramos una manera de volvernos positivos en el presente lograremos aún mayores éxitos al poder trabajar más duro, más rápido y con más inteligencia» comenta en la charla TED que te animo a buscar si quieres ampliar más sobre el tema.
En su libro La felicidad como ventaja, el autor nos regala siete ejercicios que podemos realizar y que, si los incorporamos a nuestra rutina diaria, nos permitirá subir nuestros niveles básicos de felicidad de forma permanente.
1. Encuentra algo que esperar con anhelo:
«Frecuentemente, la parte que más disfrutamos de una actividad es la anticipación» . Aprende a ser paciente, planea con tus hijos el fin de semana, las vacaciones, la fiesta de cumpleaños, cómo adornarás la casa en Navidad, el inicio del curso escolar, la próxima película que iréis a ver al cine, cualquier cosa positiva que tenga que ocurrir en el futuro. Estudios han demostrado que anticipar mentalmente una actividad que nos hace ilusión incrementa automáticamente nuestros niveles de endorfina. Si no hay nada próximo en tu futuro cercano, piensa en algo más lejano, no importa. Encuentra algo ilusionante en tu futuro y disfrútalo.
Estudios han demostrado que anticipar mentalmente una actividad agradable incrementa automáticamente nuestros niveles de endorfinas (un 27% en el caso de una película). Si no hay nada cercano sobre lo que emocionarse, Achor recomienda fijar algo, aunque sea lejano, en un calendario. Así lo tendremos a nuestra disposición cada vez que queramos ese «subidón».
2. Actos conscientes de bondad:
Un estudio reciente que involucró a más de 2.000 personas demostró que los actos altruistas afectan positivamente nuestra salud, además de reducir el estrés. No hace falta que sean grandes cosas, una llamada telefónica a los abuelos, ayudar a alguien a cruzar la calle, hacer un dibujo para un compañero de clase que va a celebrar su cumpleaños o cualquier otra cosa que se te ocurra. Sé egoísta, sé altruista.
3. Contagia ese optimismo a tu entorno:
Según Achor, el ambiente físico que nos rodea tiene un gran impacto en nuestra mentalidad y sensación de bienestar. Rodéate de cosas que te gusten y te hagan sentir feliz, en tu espacio de trabajo, en la cocina, en el dormitorio. Huye de las cosas que te dan “mal rollo” o por lo menos, no las tengas a la vista. Evita las influencias negativas, si las noticias de la televisión te suelen dejar mal sabor de boca, no las veas. En serio, no pasa nada. Si hay algo importante te enterarás de todas formas. Si una película te hace sentir mal, déjala a medias. Haz tu propia cura de cosas feas.
4. Haz ejercicio:
¡Ay! Sinceramente, éste es el que más me cuesta. Sin embargo, en cualquier lista sobre el bienestar aparece el ejercicio. Reduce el estrés, ayuda en los síntomas de depresión y ansiedad y ayuda a dormir mejor. Pero no hace falta ir al gimnasio. Sal con tus hijes a la calle, camina, id a parques que no habíais visitado nunca, patina, monta en bicicleta, deja el ascensor y haz una carrera con ellos por las escaleras. Tener niñes en casa es de las mejores maneras de mantenerse en forma. ¿O no?
5. Gasta (pero no en cosas):
«Contrario al dicho popular, el dinero puede comprar la felicidad, pero solo si se usa para hacer cosas, en lugar de simplemente tener cosas» nos dice Achor, citando del economista Robert Frank en su libro Luxury Fever. Gastar dinero en experiencias, sobre todo con otras personas, produce más emociones positivas, y éstas son más potentes y duraderas que comprar cosas materiales. Al final, lo que nos llevaremos con nosotros no serán cosas, sino vivencias.
6. Ejercita una fortaleza:
Todos somos buenos en algo. Si necesitas un «subidón», Achor recomienda ejercitar aquellas cosas que hacemos bien y que nos hacen sentir bien.
¿Cuáles son tus fortalezas? ¿Qué se te da bien? En mi caso, y en el de Achor por lo que he leído, es el “amor por aprender”. Siempre estoy haciendo cursos y leyendo libros de mil temas diferentes. Encuentra tus fortalezas y ejercítalas todos los días.
7. Meditar:
He dejado a propósito la meditación para el final. Siempre he sido una negada para la meditación, no he conseguido hacerlo. Pero desde que descubrí la Programación Neuro Caligráfica entendí que la meditación no consiste sólo en quedarse inmóvil con la mente en blanco, como yo creía que era, sino que casi cualquier actividad puede convertirse en meditación, y escribir de forma manuscrita consigue, al igual que la meditación, un crecimiento del córtex prefrontal, la parte de cerebro que es responsable de la emoción que conocemos como felicidad. No es necesario dedicar mucho tiempo para ello, puedes empezar con 5 o 10 minutos diarios.
Ser optimista se puede trabajar, se puede entrenar. Entrena tu optimismo como algunos entrenan sus músculos….